NARRATIVA DE ALEJANDRO CARRION

Alicia Yánez Cossío

Expreso mi agradecimiento a la Academia Ecuatoriana de la Lengua al designarme como miembro de Número, para acceder a la silla que dejó vacante Alejandro Carrión, uno de los escritores más significativos de nuestra Literatura, en este oficio de escribir, largo camino hacia adentro, hasta llegar al decisivo hallazgo de la razón de ser. Alejandro Carrión no está con nosotros. Está en el tiempo.

El tiempo es movimiento con un hondo sentido de eternidad, y es un número con una relación posible en la interioridad del espíritu. La vida es movimiento y cuando esta cesa, en la aparente quietud, los sentimientos, los actos y pasiones se decantan, y queda el ser inmanente, absorbido en todos los seres, y al mismo tiempo, por encima de todos ellos, trascendiéndolos.

Al tiempo le corresponde la permanencia de la obra humana. Queda la obra de Alejandro Carrión inmersa en sus propias circunstancias, y debe ser valorada por la relación íntima que existe entre lo inefable de la intuición, amalgamada con la fuerza de la expresión y con el logro de la estructura.

No es fácil acometer la empresa de abarcar el conjunto de su obra polifacética y extensa. Apenas seré capaz de un somero comentario de sus relatos, un tanto rayado en el socorrido resumen, con la plena conciencia de un lejano discurso académico, ante el escollo de abordar situaciones ajenas a [ diario quehacer imaginativo, pero al menos, pretendo contribuir a una mayor divulgación acerca del valor y la actualidad de sus relatos.

Queda para los críticos - yo no lo soy -, el copioso caudal de su lírica "cargada de acedos dolores y viejas alegrías"; su novela la Espina, considerada como la anatomía de la soledad; los polémicos y caústicos artículos de "Esta vida de Quito" firmados con seudónimo de Juan sin cielo, que pusieron al desnudo lacras de una sociedad viciada y amorfa; la pluralidad y profundidad de sus ensayos; las críticas literarias, publicadas en Letras del Ecuador, esa gran revista que dirigió durante años y que marcó una época, cuando la Casa de la Cultura fue tal, y toda esa larga colección de artículos varios y amenos recopilados en "Gana de Hablar", escritos en su larga trayectoria periodística.

Alejandro Carrión, hombre controvertido, airado fustigador de la injusticia, polemista, unas veces sardónico, otras furibundo y no siempre bajo la misma tónica de los artículos de Juan sin cielo, es al mismo tiempo el de los conmovedores relatos, de las páginas serenas, el de las hondas introspecciones, del alto vuelo lírico, en conjunción con el humor acre, corrosivo, sin dejar de lado el humor picante incitador a la risa.

Inicia su labor narrativa a los 18 años, cuando apenas termina su secundaria, con un manojo de cuentos lacerantes y tristes, bajo el título de "La Manzana Dañada" publicados por la naciente Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Desde su aparición en 1934, hasta la publicación de sus obras completas editadas por el Banco Central del Ecuador en 1985, la obra fue poco conocida. La explicación de su olvido nos da Alfredo Pareja quien dice: "Hombre de espíritu delicado y meditador de cierta contextura filosófica, no se lanzó con un mensaje que no resultaría valedero frente a la abrumadora dialéctica artística de aquellos años creadoramente irrespetuosos"...

"La Manzana Dañada", sin embargo, mantiene vinculaciones con la literatura de la época y aporta un profundo conocimiento de las interioridades del alma y de sus eternos conflictos, la preocupación por la belleza formal, y los delicados trazos líricos que recuerdan muy de cerca el ambiente provinciano, los personajes y las vicisitudes por las que también atraviesa la publicación de esa otra gran obra poco conocida: me refiero a "Los Hijos" de Alfonso Cuesta Cuesta.

Frente al crudo realismo y a la viril acometida de los escritores de Guayaquil, " La Manzana Dañada" tuvo éxito en la tremenda denuncia al sistema educativo en la Escuela de los Hermanos Cristianos, y debió causar escándalo en la pacata sociedad de ese entonces; aunque es posible que esta nueva edición no corresponda rigurosamente a la primera, pues casi no existen las vacilaciones normales de un estilo juvenil…

"La Manzana Dañada" está escrita con un hálito de fresca poesía, pero domina en violenta y descarnada contraposición, el horror de la violencia ejercida a indefensos colegiales.

El cuento que da nombre a la serle de relatos, revive con trazos enérgicos las tribulaciones de un niño debatiéndose en el tormento del fanatismo religioso, al creerse autor de un sacrilegio: "Me sudaba la cara y las palabras se me pegaban al paladar como la terrible hostia del día negro en que cometí un pecado..."

La ominosa pedagogía de la época pintada en los sádicos castigos escolares, alcanza un verismo Inigualable en "Los Cocodrilos", es la imagen del miedo de tres niños que roban unos duraznos y la crueldad de los azotes: "...Lo oímos gritar. Fue aquello muy largo. Los latigazos no eran seguidos: mediaba entre ellos un espacio de Se oía caer el látigo con un sonido seco, nítido. Y en el momento que el látigo caía, el muchacho callaba..."

En un ambiente sórdido de tonalidades grises La Mano del Hombre Pálido" es el doloroso relato de las aberrantes maniobras sexuales y las vacilaciones y perplejidades de un muchacho que, arrodillado en el suelo, presencia el acto morboso y el desamparo del amigo: "...no podía ver el rostro del hombre, pero podía ver claramente, su mano derecha, seguir su lento viaje, resbalado, con suavidad cuidadosa sobre las rodillas del muchacho Inclinado..."

"La Chorrera del Pedestal", contagia la amarga tristeza que envuelve al niño Palacios, denigrado por ser hijo de cura. El tratamiento de la crueldad infantil es un recurso desesperado del instinto de sobrevivencia en un mundo plagado de todas las miserias. Los pequeños torturadores, a su vez, son devorados por la muerte. La fuerza del relato en 1as pocas páginas que se refieren a Palacios. No se trata de un cuento lacrimoso ni sensiblero, las palabras caen con la fuerza de los golpes. Los niños "malos", -si cabe el término dentro del círculo cerrado de la pobreza- arrojan un tintero sobre la mejor plana de caligrafia del hijo de cura: "¡Cómo saltó tu alma a la par del tintero, Julio Palacios! Yo la. vi .replegarse hacia sí misma queriendo parar el golpe tan solo con el aliento, con el soplo supremo del milagro. Y la vi distenderse, derrotada, palidez en tu rostro, llanto en tus ojos apagados, cuando cayó la mancha sobre lo que era blanco y se hundieron en sombra húmeda las letras perfectas trazadas por tu mano..."

Recordamos a Charles Dickens, pero a Carrión lo sentimos más cerca, más apoderado del don de la palabra, más inmerso en nuestra idiosincracia más vigente en la realidad de la niñez desvalida.

El cuento "El Sollozo", nos hace vivir las penurias de un niño descalzo y atormentado, expulsado de la escuela por bastardo, debatiéndose entre su injusta condición y e! amor al padre borracho que le rechaza desde su mundo de pánicas alucinaciones. La angustiosa búsqueda al padre, cuyo final presiente y cuyo encuentro confirma su horfandad, son la expresión de la soledad más absoluta: "...Parecía muerto. Solamente en sus labios -único vestigio de vida- ya enronquecido y tenue, pero sin arrancarse, como una larga cinta que se desenrrollase sin término, seguía saliendo el sollozo..."

"El pequeño Instrumento de la Muerte" nos lleva a las cavilaciones sin respuestas acerca de los problemas de conciencia que será el tema de relatos posteriores. La compulsión de matar se apodera de un infante dedicado a la cacería: el blanco perfecto es el cuerpo inclinado de una lavandera con su hijo. Dispara y la mata . El pequeño delincuente se llena de horror y huye, pero sufre una transición interna cuando abandona el arma. No existen testigos. El final se diluye en las contradicciones infantiles, de una conciencia, que si bien queda en paz, no convence del todo, quizás porque pensamos que lo dominante en las actitudes infantiles no es el raciocinio.

De "La Manzana dañada' a "Una Pequeña Muerte", título común de tres libros de relatos: La otra orilla", "Mala Procesión de Hormigas" y "El Hueso de la Aceituna", media la metamorfosis de la juventud a la madurez. Los cuentos se caracterizan por la variedad y el tratamiento de los temas. En la colección de sus Obras Completas, editadas por el Banco Central y recopiladas por el mismo autor, quien dice que, al Igual que Borges y Alfonso Reyes, decide publicarlas en vida, domina el agudo criticismo, el vigor en la denuncia social, la facilidad para la burla, en un marco de gran solidez intelectual. En los últimos cuentos aparece un dejo de nostalgia y de fatal presentimiento, normales en quien publica Libras Completas.

En los relatos de "Una Pequeña Muerte" los temas dominantes son el desentrañamiento del ambiente burocrático, el obsesivo problema de conciencia ante la imposibilidad de emitir juicios a priori, la valiente denuncia de los poderes constituidos y los relatos de humor. La actualidad de estos relatos es la dolorosa comprobación de que lacras de nuestra sociedad, lejos de ser superadas, mantienen la misma vigencia de los días en que fueron escritas.

Puede decirse sin exageración que Carrión es el escritor que retrata con más realismo y crudeza el sórdido ambiente de la burocracia ecuatoriana. Carrión la conoció y detestó a fondo. Convivió con esos seres extraños y abrumadores, ajenos a lo normal y a lo lógico, masificados y mínimos, sin la facultad de hacer lo que deben, y que fijan sus condiciones de existencia lejos de las necesidades humanas y por lo tanto, sus posibilidades de superación son nulas.

Con la característica ironía y con el duro sarcasmo recrea en "Sanchecitos" la ineptitud e insignificancia de un empleado público, un ser abúlico y sumiso, vacío y servicial, capaz de resignarse a la viudez, pero no al desgajamiento que supone la tragedia de la jubilación... "Cuando murió su mujer, le pareció terrible, pero lógico: así es la vida, en los matrimonios no es posible que los dos se mueran al mismo tiempo, primero se muere el uno, después el otro... Pero con la oficina era diferente..." - Las extrañas experiencias del empleado de una Gerencia de Alcoholes, que no cumplen con sus obligaciones porque no hay obligaciones que cumplir, y se refugia en el vicio, están relatadas en "La otra Orilla" bajo un penoso encadenamiento producido por la compulsión alcohólica, con la ansiedad por atrapar la fugacidad de las halagadoras visiones, en medio de tina lucha pertinaz por doblegar las apetencias y quedarse en la orilla de la realidad cotidiana venciendo la tentación de vida paralelas...

"Un. día de Perros" relata los diarios aconteceres de vidas opacas e intrascendentes donde se gestan emulaciones, no de trabajo, sino de aventuras galantes y de jactancias machistas en el círculo del consumo de licor, que también es el marco de "la Noche de Dios" , aunque con personajes de un nivel Intelectual superior, los cuales, tampoco logran atenuar el vacío de las horas muertas. En este cuento se manifiesta, más que en otros, la solidez de principios y la amplia formación cultural de Carrión, y es Interesante la versatilidad que logra en los personajes al discutir el papel de la Iglesia en la época actual.

Los odios y antipatías, los rencores, las envidias y los deseos insatisfechos, adquieren proporciones de gran vivencia en la atmósfera gris .y rutinaria de una biblioteca pública que se trastorna con la llegada de una provocativa taquígrafa en "El Huracán Elena", y en las "Dos Despedidas" se pinta con trazos enérgicos y caústicos la hipocresía de un ambiente deshumanizado, las miserias morales de burócratas autómatas que organizan fiestas con pretextos fútiles.

La galería de burócratas ineptos, se completa con la del funcionario honrado, imposibilitado de luchar contra el sistema. El protagonista, hace un inventario y encuentra que se ha pagado con los fondos del Estado una dentadura para Mister Jackson. Considera que ésta es un bien público y exige que se la presente para saber cómo la cuida. Bajo la apariencia de un relato cómico, persiste la tremenda sátira al sistema en los absurdos trámites administrativos, en la cancelación del buen funcionario y en su envío a otra dependencia donde se supone que hay necesidad de un verdugo "monstruosa e irremediablemente honrado".

En "El Pequeño Instrumento de la Muerte", aparece el. tema de la conciencia moral, eje de relatos sucesivos. La lectura de "El Alma Ilesa" nos sume en un mar de conjeturas: el juicio de la conciencia solo es posible al propio sujeto. La intuición moral es la voz que viene de dentro, por la cual se debería prescindir del consejo o la ayuda ajena para determinar la bondad o maldad de los actos. La conciencia moral es innata, la tienen todos los seres humanos por el simple hecho de existir, aunque en el largo proceso histórico, por las interelaciones sociales y los procesos educativos, esta conciencia moral sufra modificaciones. Lo valioso de este relato y de los posteriores de este tema, es que Carrión no se pierde en planteamientos folosóficos ni morales, sino que mediante las actitudes de los personajes y la compenetración psicológica de los mismos, el lector puede aventurarse en sus propias conclusiones y adentrarse en el saludable mundo de la duda.

En "El Alma Ilesa", los familiares de un moribundo, catalogado como libertino, mujeriego y gastado por los vicios, aguardan que éste se confiese mientras el sacerdote descubre los meandros de una conciencia que estuvo lejos de presentir. "...El alma del agonizante era una de esas almas privilegiadas que, después de siglos o de milenios logran volver al estado primigenio, al estado adánico; anterior a la culpa y a la serpiente, y con la fuerza suprema de lo recién creado... había vivido la vida en toda su plenitud..." Planteamiento en que se pone de relieve ese culto a la libérrima expresión del pensamiento que fue una de las tónicas de Carrión a lo largo de su vida.

Al penetrar en la obra de este escritor, más conocido por sus diatribas periodísticas que por el valor de sus relatos, nos damos cuenta de la similitud con la obra de Dostoievski: hay un escarbamiento meticuloso de las interioridades del alma, casi un prodigio de observación psicológica; una trabajada creación de personajes de pesadilla, mitad santos, mitad demoníacos, asfixiados en torbellinos pasionales, tal es el protagonista de "El Obispo que se ahogó en el Mar". Las tribulaciones del prelado a quien todos consideran como un ser acéptico, de sabiduría profunda, ingrávido y elegante como una figura de El Greco, se confunden con las del loco satánico, ahogado en el fácil acomodo de la vida episcopal, atormentado y derrumbado ante los ojos atónitos de los otros obispos: "...Se levantaron y fueron saliendo, en hilera rigurosa, silenciosamente, con las cabezas bajas, sin fuerza para Intentar una despedida. Pero el secretario, al trasponer la puerta...volvió la cabeza...y vio, ¡horror de los horrores!, que el anciano se había incorporado y que en su rostro, desequilibrado por el gesto demoníaco, aparecía el signo vil que sembró el pánico..."

En "Una Pequeña Muerte", hay un clima de suspenso en un fondo trágico. Un burócrata asesina a su esposa, y se entrega a la justicia con el convencimiento de ser el ejecutor de un acto heroico al salvar a la sociedad de la presencia de una bestia. Pero los dictámenes de las leyes no tienen correspondencia con los raciocinios de su mente. Puede salvarse gracias al examen psiquiátrico que le preparan sus amigos, pero al saber que la justicia no escuchará el discurso minuciosamente preparado, y que cree cambiará el curso de las leyes, se mata, y su muerte es otra pequeña muerte que no puede alterar el curso de lo cotidiano.

Hay un paralelismo entre los personajes de Dostoievski de "Crimen y Castigo" al confesar el crimen y entregarse a la justicia, en las largas introspecciones y en los juicios de conciencia ante la objetividad de las leyes. Raskolnikov pregunta: "... qué mi conducta os parece tan fea? ¿Por qué es un crimen? ¿Qué significa la palabra crimen...? Mi conciencia' está tranquila..." El personaje de "Una Pequeña Muerte" se interroga: "¿Para qué divorciarme...? Para que pesque otra víctima y siga haciendo desgraciados de por vida. ¡No! Mi deber de hombre y de ciudadano es pegarle un par de tiros... ¿No se mata a las alimañas dañinas? ¿Por qué ésta tenía que seguir viviendo?..."

Los personajes de Carrión pertenecen a nuestra cultura. Se trata de un honrado burócrata que debe rendir declaración en una comisaría criolla, y aunque el relato tiene tintes trágicos, no se descartan las pinceladas cómicas de un realismo idiosincrásico; "Un momento, dijo el secretario. Por favor, señor Orellana, dígame dónde vive el cadáver...?"

En "Mala Procesión de Hormigas", Carrión se introduce en el difícil relato policíaco, tan escaso en la literatura ecuatoriana. El relato contiene cuatro partes que son cuatro variaciones sobre el mismo tema con un final abierto, acorde con el planteamiento. Nadie, ni siquiera el autor, sabe quién es el causante del embrollo: ¿Es el marido que se presenta como amante de su esposa, y que se enreda con una muchacha sin aceptar una razón válida para dejarla...? ¿Quién hace la llamada anónima a la esposa que se ve impedida a abandonar el hogar...? ¿Son las compañeras de oficina las autoras de la llamada ....? ¿Son ciertas las afirmaciones de ellas al echar por tierra la imagen del marido...? ¿Es verdad lo que asegura el secretario al dar fe sobre la corrección del acusado...? ¿Es cierto que la autora de la llamada es la misma muchacha para forzarle al divorcio...? ¿Es aceptable la declaración de la secretaria que anula todos los criterios anteriores y asegura que las tres mujeres acosan sexualmente al hombre y acusa de la llamada anónima al secretario...?

El valor de este singular relato estriba en que las cuatro partes, tomadas en su contexto, son convincentes. En el espíritu evolucionado y ecléctico de Carrión, no existen las implicaciones de una moral tradicional. Carrión no es moralista, es ante todo el buceador de las interioridades anímicas. Le interesan los conflictos de sus personajes. La fuerza narrativa y el aplomo con que está escrito."Mala Procesión de Hormigas" nos lleva a la conclusión de que la búsqueda de la verdad es ante todo un proceso enteramente personal y subjetivo.

"El Reverendo Facundo Lozano" es la recreación de la simplicidad. Los personajes llevan una marca evangélica, el lugar es un pueblo incontaminado, la acción es inusitada, pero simple: Un cura organiza su misión de tal forma que el pueblo paga complacido los diezmos y primicias. Todo gira en torno a la función de mejorar las condiciones vitales de la comunidad, pero la autoridad eclesiástica ordena la salida del cura, y envía otro que hace las veces de empresario. El pueblo -un reflejo de Fuenteovejuna- rechaza al nuevo cura y conmina al humilde sacristán a oír confesiones. celebrar misas, bautizar y bendecir matrimonios. La naturalidad y simpleza con que éste acata el nuevo oficio son conmovedoras... "El Señor Dios los está viendo...Yo no soy sino acólito de esta iglesia, y como no hay señor cura, yo digo que el señor Dios les ha oído y ha dicho que son marido y mujer amén".

Carrión no puede ignorar que las religiones se quedaron detenidas en el tiempo, que los jerarcas perdieron la estatura espiritual de sus fundadores. La iglesia instituida no se escapa de su acerba crítica, el hilo conductor de sus relatos no sufre contradicciones mentales, no son los preceptos, ni los acondicionamientos, ni las tradiciones quienes deciden las categorías de los actos, sino la propia razón.

Se ha dicho que la Literatura Ecuatoriana carece de humor. En "El Rosario del Padre Jacinto", un cuento de antología, está presente de principio a fin el humor de la mejor calidad. Es una chispeante sátira a los condicionamientos religiosos populares, al fabricar santos con gentes comunes, y milagros, con objetos anodinos, El grotesco rosario de jurupes que resiste hasta el saqueo de la casa incendiada, es objeto de veneración, y los milagros que se le atribuyen dan origen a las situaciones más hilarantes, dentro de una despiadada ironía al poder institucionalizado de la Iglesia.

"La Gallina de los Huevos de oro" es la creación esperpéntica de una gorda de pocos alcances, "Sulamita de grasa", chantajeada por unos vividores para quitarle sus bienes. Cuando los pierde, lejos de intimidarse, "se queda tremendamente agradecida". La pintura de la gorda que "sonríe con suavidad y dulzura" tiene las pinceladas de la mejor caricatura. Recuerda muy de cerca la gracia y el exuberante sensualismo de las gordas de Fernando Botero: "Una enorme mosca dulzona que sonreía. Su cuerpo anchísimo, blanquísimo, tenía el tinte rosáseo suavísimo de la crema sobre las fresas y se derramaba de la horrenda bata de colorines..."

"Siete Novios para la Hija del Comandante" es el relato de la omnímoda autoridad paterna. Un militar decide casar a su hija fea... El tema tiene toda la Intencionalidad de una farsa grotesca. Las situaciones ridículas que podrían hacer de este cuento una página costumbrista, se diluyen en la subyacente angustia y rebeldía de la chica avergonzada del espectáculo: "...Usted escoge hoy mismo y hoy mismo se casa...Al final, la pobre asomó arrastrada. Llorando a gritos y con los ojos cerrados. No hubo cómo seguir. En un lado, alineados, en posición de firmes, vestidos de gala, los siete coshcos de Angora, conteniendo sentimientos entreverados de la risa a la indignación…"

"El Gallo Orpington", es un cuento de corte humorístico e hiperbólico, y al mismo tiempo realista. Se narra los conflictos familiares que ocasiona el regalo (le un gallo a un Magistrado. El gallo es producto de un robo y el Magistrado, encariñado con él, decide conservarlo en las mejores condiciones hasta que el posible dueño lo reclame. Abundan las situaciones hilarantes e inesperadas..." Todo sacrificio que hagamos por él es poco. ¡Qué gallo tan hermoso" Digamos, aún cuando la comparación parezca un disparate... es tan hermoso como la Gina Lollobrigida. ¡Figúrese usted que algún día le regalan a la Gina Lollobrígida vivita! ¿No haría cualquier sacrificio para comprarle comida balanceada?"

En "La Inolvidable Visita" se pinta el constumbrismo provinciano ante la conmoción de la visita de un conocido presidente. La acción se desarrolla en forma paralela con la descripción de un mendigo, que sin perder sus aires de gran señor, deambula dedicado a la bebida y suele pedirla deciendo: "Patrón, ¿me ayuda a combatir la tristeza?". El pueblo se desborda en preparativos. El mendigo recorre las calles diciendo: "Lo mato, apenas llegue lo mato". Las autoridades temen un complot comunista y encierran al sujeto en la cárcel. Se suceden las situaciones jocosas e hiperbólicas. Cuando el presidente y su comitiva abandonan el pueblo, le preguntan a quién quería matar, y el alucinado mendigo responde que era a un elefante que le estaba sacando la lengua...

Alejandro Carrión no se encasilló en determinadas ideologías. La literatura, si bien permite entrever tendencias políticas, es ante todo arte, y como arte, es expresión de la más genuina libertad. El escritor es un ser inconforme, trabaja con la mente y con la sensibilidad,- por tanto la obra literaria, como tal, es el resultado de un compromiso personal e íntimo hacia la humanidad. En los relatos de Carrión, en los cuales domina la fuerza de denuncia, no existe ni puede existir sectarismo, ataca por igual a los poderes instituidos viciados y a sus representantes inicuos. El blanco de sus denuncias se dirige a la injusticia, a la mezquindad, a la falta de auténticos valores. "La Noche Inverosímil", tiene un ambiente de pesadilla. Un detenido político ingresa en la cárcel y recibe toda clase de atenciones: "...Aquí tiene sus 'pequeñas comodidades, doctor. Por favor, que se acomode y pase el mal rato lo mejor posible... Los agentes se fueron saludando, respetuosos y cordiales... Pensó que había cometido un error al no darles propina. Pero la verdad era que, esa conducta, tan diferente a la que él había esperado, le inmovilizaba..." La insólita presencia de un vagabundo corpulento y borracho que se apodera sus pertenencias ocasiona una noche de terror. Al otro día, el oficial finge sorpresa y se disculpa... "La Noche Inverosímil" es la denuncia a los regímenes carcelarios en la finura de sus métodos represivos. La verdadera tortura está en aniquilar la dignidad humana. Un preso de conciencia no puede ser golpeado porque acudirá a los periódicos ni puede hacer público su terror porque sería catalogado cobarde y su imagen pública sufriría menoscabo.

El poder del fusil y de la bota y el desamparo ciudadano, hacen del relato "El brazo roto del Señor Doctor" una denuncia de sorprendente actualidad. Hay un corrosivo sarcasmo hacia los omnímodos abusos de autoridad militar. La intrascendente venta de una bicicleta origina una serie de acontecimientos absurdos que culmina con la arbitraria prisión de un médico a quién tortura, y entre otras vejaciones, le rompen un brazo. Los detallados y obtusos partes policiales tergiversan vergonzosamente los hechos. Cuando irrumpe el escándalo a nivel nacional, el caso se diluye bruscamente, y se echa tierra al asunto, dejando en el lector una secuela de angustia ante la corrupción del sistema policíaco.

"Flor de Guagras" es un relato enérgico cargado de denuncia hacía el torcido manejo de las leyes. Ante la vigencia y la fuerza de la acción, la forma literaria importa poco. El apasionamiento con que se narran las arbitrariedades y enredos de los abogados y alguaciles, es un airado grito de protesta. No es posible la actitud indiferente. Se palpa la angustia, se toma partido ante el desmoronamiento de la vida de la indígena que va a un juzgado para denunciar el robo de una yunta, y el resultado es la pérdida de la yunta, de los míseros ahorros y de la propiedad. Finalmente, la indígena es encarcelada: Dos días después Mariana Sucunuta de Saraguro y sus tres hijos se instalaban definitivamente a vivir en la cárcel: les daban comida para todos, cuarto para todos y ella ganaba cien sucres de lavandera. Estaba feliz..."El texto rezuma ironía. No se trata de un final feliz el trasfondo es la demostración de que el indígena vive su trágica condición de esclavitud.

El estilo directo de Carrión, se torna algo ambiguo en "La Lluvia y el Recuerdo" y "El Hueso de la Aceituna", los últimos cuentos que escribió. Son relatos cargados de nostalgia por el paso del tiempo. El tema de "El Hueso de la Aceituna" son las páginas de lo que pudo ser una novela inconclusa por la muerte del protagonista. Según afirmaciones de quienes le conocieron en vida y por el tono de angustia con que están escritas, el narrador concluye que el hombre, celoso de su intimidad, ocultó su verdadera identidad presentando una tragedia íntima como si fuese ajena. El narrador hace Indagaciones y deduce que el drama 'que vivió y la tragedia que mató su ilusión de vivir, fueron como un hueso de aceituna que tenía en la garganta y le asfixiaba. Al no saber cómo fue en realidad aquel hombre superior y las circunstancias amargas que enfrentó, el hueso de la aceituna se traslada a la garganta del narrador.. .Y este hueso (le aceituna también se queda en la garganta del lector al preguntarse: ¿Cuánto de autobiográfico y de desconsuelo existe en los relatos del intelectual más polémico y controvertido de esta época...?

He intentado una visión de los cuentos de este escritor tan conocido por sus artículos periodísticos y no por lo medular de su obra. Afirmación desoladora que quiere decir que nuestro país consume periódicos y no libros...

Sin embargo, la permanencia literaria de Alejandro Carrión es innegable ante la magnitud, variedad y profundidad de su obra. Pero es en el relato donde su valor se acrecienta en proporciones señeras por el imponderable arte de conmover; por la facultad para desentrañar las profundidades anímicas y atisbar las conciencias para mostrarnos al desnudo las penurias que venimos arrastrando desde lejos: por su ironía caústica, a semejanza de Montalvo al usar el látigo para castigar nuestras contradicciones históricas: por su humor liviano que incita a la tolerancia en un mestizaje que aún no encuentra su propia identidad; por la fuerza y la vigencia para desentrañar las lacras de una sociedad corrupta.

Acaso, a través de su literatura, tomada como un manual de nacionalismo, y no de leyes ni de proyectos moralizantes, tenga efectividad y sea definitiva la todavía lejana redención de todos nuestros pecados capitales.